Te amo pero te dejo…

Un día os levantáis, desayunáis juntos, como soléis hacer para compartir esos primeros momentos del día que te darán fuerza para el resto de la jornada, veis las noticias matinales, un poco de CNN, BBC, y algo de noticias españolas, para constatar que, al final, en todas dicen lo mismo (¿es esto bueno? ¿tan pequeño es el mundo?). Termináis, él te da un beso de despedida y se va. Aparentemente todo muy normal, como cada mañana, pero tú sientes que es el principio del fin.

Será que siempre he sido una romántica empedernida, que para mí el amor es el motor que todo lo mueve. Sí, a veces te agita, te marea, e incluso te duele en lo más profundo de tu ser, pero siempre he pensado que es mejor sentir dolor por amor que por la ausencia de éste.

Y por eso, aunque duela, a veces, el mayor gesto de amor es tomar unilateralmente la decisión más difícil de tu vida; dejar ir a la persona amada porque, aunque le oyes decir “te quiero con todo mi  corazón” o «eres la mujer más importante de mi vida» tú, no lo sientes así.

Por eso hoy te dejo, te dejo abandonar mi corazón, porque de nada sirve retenerte para tenerte al lado y sentirte lejos, porque cuando el amor muere, es mejor decirle adiós.

Hoy te dejo, para siempre recordar lo que sentimos el uno por el otro; las aventuras vividas, las risas y los llantos; el calor y el frió que apaciguábamos con nuestros cuerpos; las conversaciones y azoradas discusiones que se mezclaban en nuestras mentes;  los sueños y deseos que alimentábamos con nuestras almas.

Hoy te dejo con la amargura de una gran pérdida pero con la ilusión de la llegada de un nuevo amor que, aunque está por venir, sé que está ahí fuera, esperando a que le dé paso.

Por eso hoy te dejo, hoy vuelvo a ser libre porque, aunque te amo, te dejo…ir.