Modigliani + Jeanne: morir de amor
Esta mañana al despertarme me ha venido a la mente, sin saber muy bien por qué, la trágica y breve historia de amor que vivieron Amedeo Clemente Modigliani (1884 – 1920) y su esposa Jeanne Hébuterne (1898 – 1920), en el París de principios del S. XX.
Modigliani nació en Livorno, Italia, una pequeña ciudad medieval de la Toscana, en el seno de una familia judía de clase media pues su padre Flamineo, se dedicaba al “préstamo”, pero como era muy buen negociante, pues atendía más a las necesidades que a las garantías de sus clientes, muy pronto él mismo tuvo que recurrir a otros acreedores quienes no fueron tan benévolos como él y lo perdió todo, todo menos lo que pudo poner encima de su cama, una vieja ley italiana que le permitió empezar de nuevo.
Así, Amedeo Modigliani creció entre pobreza y enfermedades empezando a asistir a clases de pintura con tan solo 9 años de edad hasta que con 22 se traslada a París en 1906, no sin antes haber estudiado en varias escuelas de pintura en Italia.
En la ciudad de la luz se codea con personajes célebres como Picasso, Diego Rivera (marido de Frida Kahlo), Vicente Huidrobo, y otros muchos. Allí, influenciado por Toulouse-Lautrec, encuentra inspiración en el Cubismo de Picasso; Impresionismo de Paul Cézanne; e incluso en el carácter ecléctico de Gustav Klimt.
En 1909, se instaló en Montparnasse, donde inicialmente se dedica a la escultura, naciendo así su gusto por los rostros femeninos alargados que años después le harían tan famoso, hasta que en 1913 abandona la escultura y empieza a dedicarse a la pintura.
En julio de 1917, Modigliani conoció a Jeanne Hébuterne, una joven de 19 años amable, tímida, tranquila con ideas propias muy metida en la comunidad artística de Montparnasse gracias a su hermano André Hébuterne, también pintor.
El pintor ruso León Indenbaum un día describió así a Jeanne:
«Una joven tenaz, con personalidad y sustancia. Su alma era hermosa. Era guapa a su manera delicada, en modo alguno tímida, pero sí algo secreta, orgullosa, recta. Era buena, etérea, delicada, pero no enfermiza.»
Jeanne provenía de una familia de la pequeña burguesía parisina católica y estudiaba en la Escuela de Artes Decorativas. Sus padres se opusieron a la relación con un pintor pobre, extranjero y judío, pero ella desafió su prohibición y se instaló con él en Montparnasse, en dos pequeñas habitaciones en lo alto de una empinada escalera.
En 1918, la pareja se mudó a Niza, en la Riviera francesa, allí en una clínica obstétrica, donde también trataban de superar la avanzada tuberculosis de Modigliani, nació su hija Jeanne. Y un año más tarde, al anunciarse su nuevo embarazo Modigliani escribió:
«Hoy, 7 de julio de 1919, me comprometo a casarme con la señorita Jeanne Hébuterne, en cuanto lleguen los papeles.»
Pero cuando Jeanne estaba en el noveno mes de embarazo, el 24 de enero de 1920, Modigliani muere víctima de una meningitis tuberculosa, con tan solo 35 años.
25 de enero de 1920. Paris. Calle Amyot. Nº 8, 5º piso…
Esa madrugada, Jeanne, desesperada y embarazada de 9 meses, se sentó al borde de la ventana del quinto piso de su antigua habitación, en el apartamento de sus padres de la calle Amyot, nº 8 de París, y se de dejó caer al vacío perdiendo la vida en una calle estrecha y empedrada.
No se sabe exactamente cuánto tiempo estuvo su cuerpo sin vida en esa calle. Se cuenta que un obrero lo subió hasta el descansillo del 5º piso, pero los padres le echaron a patadas pues no querían saber nada de él. André Hébuterne, hermano de Jeanne y quien según la leyenda, fue el que presentó a la pareja de amantes eternos, le dio al obrero la dirección del estudió donde Jeanne vivía con Modigliani para que lleve el cuerpo a donde correspondía pero allí también fue rechazado al responder la casera de la calle Grande Chaumière «el inquilino Monsieur Modigliani ya no vive allí.»
Finalmente el obrero fue a la comisaría de policía, donde le dijeron que lo llevara de nuevo a la calle de la Grande Chaumière con una orden de la policía. Allí se quedó el cuerpo, abandonado durante toda la mañana. Tampoco se sabe con exactitud cuantas horas estuvo allí antes de ser enterrado, pero se cuenta que dos amigos de Modigliani cuidaron de él durante toda la noche para impedir la presencia de ratas.
El 27 de enero, Modigliani fue enterrado en el cementerio de Père-Lachaise después de que el cortejo fúnebre, formado por toda la comunidad de artistas, acompañara su cuerpo por las calles de París. Los padres de Jeanne Hébuterne se negaron a su hija que fuese enterrada con él y la enterraron en el cementerio de Bagneux.
Contrario al entierro de Amadeo, que reunió al grupo más excelso de los artistas franceses reconocidos del momento, el de Jeanne resultó un entierro sencillo y discreto en uno de los cementerios más alejados de la ciudad, el Cementerio de Bagneux.
Pasaron 10 años hasta que Emannuele Modigliani, el hermano mayor del pintor, consiguió convencer a la familia Hébuterne para que se trasladasen los restos de Jeanne a una tumba junto a la de su amado Amedeo Modigliani. Y así, desde 1930, sus restos reposan juntos bajo los epitafios «LLamado por la muerte cuando había llegado a la gloria«, para el pintor y «Compañera devota hasta el sacrificio extremo«, para Jeanne.
Y yo, escribiendo estas líneas, aún recuerdo mi último viaje a Paris en el que, paseando por el barrio Val-de-Grâce, me topé con esa puerta del nº 8 de la calle Amyot y, sin saber muy bien por qué, me quedé un buen rato mirando hacia arriba, hacia esa ventana en la 5ª planta, y en ese rato por mi mente se sucedieron los hechos de esta historia de amor entre Modigliani y Jeanne, una historia triste, sí, pero al menos, y a pesar de las muchas vicisitudes por las que ambos pasan, sobre todo Jeanne, me quedé con la esencia de haber sido casi testigo de una historia de amor y entrega que culmina como las historias de antes, esas en las que se moría por amor.
ESCRITO POR ALCANDA MATCHMAKING PARA LEER Y COMPARTIR
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