La oferta del Amor
Sorprendentemente el periódico financiero británico Financial Times, en su sección Life&Arts de la edición digital, tiene un consultorio econo-sentimental, en el que se formulan preguntas y respuestas de tipo sentimental llamada «Querido economista…». Hace tiempo leí una que me llamó la atención y quería compartirla con vosotros.
El pregunta del lector versaba así…
«Querido economista: Si reduzco la oferta ¿Mi precio puede subir?
(para leer el artículo original en inglés aquí)
Tuve una relación a larga distancia con mi ex-novia durante seis meses, yo en Bangladesh y ella en Inglaterra. Al principio, todo era maravilloso, pero luego la curva de demanda de mi novia hacia mí parecía estar desplazándose lentamente hacia la izquierda. Paranoico, empecé a prestarle mucha más atención, por lo que de alguna manera estaba desplazando mi oferta hacia la derecha. Consecuentemente, mi precio cayó. Rompimos, pero la convencí de volver.
Volvimos a la normalidad y hablábamos durante muchas horas todos los días. Decidí que intentaría mudarme por ella y conseguí una plaza para continuar mis estudios de economía en el Reino Unido. Ella comenzó a actuar de forma muy extraña, hasta que hace unos días me dijo que ya no me quiere y rompió definitivamente conmigo.
Seguimos siendo amigos y hablando por teléfono de vez en cuando, pero ella inventa excusas que no parecen demasiado racionales. Creo que está confundida y que podría volver conmigo si juego mis cartas adecuadamente. ¿Debo reducir drásticamente la oferta y esperar a que de esta manera mi precio suba? La amo más que a nada. Mi curva de la demanda por ella es perfectamente inelástica.
Anon, Bangladesh».
Y ésta es la respuesta que recibe de su consultor econo-sentimental:
«Estimado Anon,
Creo que deberíamos de olvidarnos de las curvas de oferta y demanda y tratar esto como un problema de información imperfecta. Antes de cambiar de continente, necesitas averiguar lo que su ex-novia piensa.
Culpas a tu desesperada necesidad de ella de su cambio de comportamiento – y probablemente esto no ha ayudado. Incluso si consigues salvar esta relación, seguramente lo único que habrás logrado será fregar los platos el resto de tu vida.
Recuerda que ella redujo la demanda antes de que tú incrementases la oferta. ¿Por qué? Dos hipótesis: Ella estaba realmente preocupada por la naturaleza de la relación a larga distancia, o es que encontró a alguien a quien prefiere antes que a ti. Contrasta cada uno de estos argumentos con el hecho de que cuando dijiste que volvías a Inglaterra, ella te dejó. Está muy claro: vuestra relación se ha acabado. Sí, debes “reducir drásticamente la oferta” a esta chica, pero no con la esperanza de volver con ella».
Analizando tanto la pregunta como la respuesta del “experto econo-sentimental”, se podría decir que cuanto más da uno, menor es el resultado que obtiene y es que, en cuestiones del corazón, la oferta del Amor no se limita a un simple intercambio de bienes tangibles como sucede en economía. El Amor está fuera del control de las personas e impulsa directamente a la acción pues es una motivación visceral.
El filósofo noruego Jon Elster, en su obra “Alquimias de la mente: la racionalidad y las emociones” (1999), sugiere que los seres humanos estamos motivados por razón, pasión e interés, e insiste en ubicar al amor dentro de las emociones. Las emociones, a diferencia de los factores puramente viscerales (dolor, placeres corporales, sed y hambre, etc.) tienen antecedentes cognitivos. Puede, por consiguiente, existir amor irracional cuando se persiste en amar a alguien en abierta contradicción con nuestras creencias (conocimientos que indicarían que no vale la pena amar más).
Elster resalta que el amor se origina en meras percepciones y no en creencias distantes de los errores pues, como ocurre con otras emociones, el amor distorsiona los conocimientos y perturba cualquier cálculo frío y racional de costes y beneficios. Advierte que la química del amor es similar a la que causan las anfetaminas. Por ejemplo, el enamorarse genera alguna agudización de la conciencia, importantes incrementos de la energía, disminución del sueño y del hambre, y sensaciones de euforia. Y la química del amor suele durar semanas, meses y aun años pero lo que sí está claro es que no es eterna. Tal vez por ello, normalmente, el amor marital dista de una metalizada escogencia racional (escoger una pareja con ingreso igual o mayor al que uno devenga), implica preocupación por el destino de los seres queridos (cónyuge e hijos), pero no suele desembocar en una demencial e irreflexiva entrega total a quien se ama. Pero Elster no duda en agregar que las satisfacciones emotivas que, a corto y largo plazo, proporciona el amor son tan fundamentales que otras consideraciones materiales y racionales se convierten en asuntos secundarios.
Paralelamente, para el economista y pensador universalista alemán Albert O. Hirschma, el amor comprende: moralidad, cumplimiento de normas, confianza y espíritu cívico. Insistió, en contravía de la ortodoxia, que un orden social puede ser más seguro si está fundado en la benevolencia y en el amor. Argumentó que la oferta de amor no es fija y limitada, y, especialmente, que el amor no es un recurso sino una habilidad (similar a la del conocimiento o capital humano).
La virtud pública, y virtudes más elevadas como el amor y el altruismo, al menos en los especímenes humanos, están sujetas a la escasez. Hirschman (1985) mostró que tal tipo de comportamiento no se agota con el uso (como suele ocurrir con recursos físicos agotables) y tampoco se podría incrementar con su persistente utilización (como ocurre con las habilidades y el conocimiento mismo). El amor y virtudes similares tienen un comportamiento complejo y compuesto: se suelen atrofiar cuando no son adecuadamente practicados y, por eso mismo, son propensos a desaparecer por la búsqueda de intereses de un mercado que se expande a todos los confines de la vida. No obstante, se pueden agotar cuando son practicados e invocados con exceso. En suma: extremos viciosos como el capitalismo salvaje o la revolución cultural maoísta pueden marchitar el amor.
En definitiva, desde mi unto de vista y basándome en mi experiencia y en el análisis de la literatura al respecto, podemos deducir que el Amor no es controlable pero tampoco es irracional. Que si bien es cierto que tenemos que dejarnos llevar y amar para ser felices, también es evidente que debemos ponerle un poco de raciocinio porque sin él, el amor no dudará para siempre ni nos hará realmente felices más allá de un periodo de tiempo, más bien corto si lo comparamos con toda una vida.
Así que ya sabéis, elegid bien a quien amáis antes de caer en la irracionalidad del amor porque, como dijo Blaise Pascal:
“El corazón tiene razones que la razón no entiende.”
ESCRITO POR ALCANDA MATCHMAKING PARA LEER Y COMPARTIR
¿Te gustaría encontrar pareja estable, pero no tienes tiempo para buscarla tú mismo?
En Alcanda Matchmaking podemos ayudarte, solo tienes que registrarte aquí para tener la oportunidad de poder conocer a alguno de nuestros exclusivos clientes. También te invitamos a que nos sigas en LinkedIn para estar al corriente en temas relacionados con el amor, la búsqueda de pareja y las relaciones humanas.