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Grace Kelly + Rainiero de Mónaco

14 febrero, 2017

Grace Kelly + Rainiero para Alcanda Matchmaking Blog

¿Un cuento de hadas hecho realidad?

Las mujeres de nuestra generación siempre soñaron con enamorar a un príncipe. Estábamos influenciadas por las películas,  donde las protagonistas acababan sus días felizmente en brazos de algún príncipe azul. Pero ésta es una historia de amor «muy real» en donde una plebeya de buena familia termina casándose con un príncipe muy deseado.

Grace Patricia Kelly nació en la ciudad de Filadelfia el 12 de noviembre de 1929 en el seno de una familia acomodada de origen irlandés. A pesar de que su familia se opuso a que ella fuera actriz, Grace quiso realizar el sueño que tenía desde niña. Se trasladó a Nueva York donde trabajó como modelo y estudió interpretación y en 1951 consiguió su primer papel secundario en la película «Catorce  horas».

Su elegancia y belleza llamaron poderosamente la atención de Hollywood ofreciéndole papeles en películas como «Solo ante el peligro», «Mogambo», «Crimen perfecto», «La ventana indiscreta» y «Atrapa a un ladrón», esta última se rodó en el Principado de Mónaco donde conoció al que  sería su futuro marido, el príncipe Rainiero.

En 1954, a los 25 años, ganó un Oscar a la mejor actriz principal con la película «La angustia de vivir». Para entonces, Rainiero ya había conquistado a la bella actriz.

Su última película fue «Alta sociedad». Después se trasladó a Mónaco para casarse con Rainiero dejando así su carrera como actriz.  Su matrimonio fue considerado como «La Boda del Siglo».

Rainiero Luís Enrique Majencio Beltrán Grimaldi nació el 31 de mayo de 1923 en el seno de la familia Grimaldi. Su infancia fue infeliz y sombría ya que él junto con su hermana fue criado por una niñera y confinados en una habitación de juegos.

Recibió la sucesión al trono y fue coronado en 1949, con tan sólo 26 años, gracias a la renuncia de su madre la princesa Carlota de Mónaco.

Se educó en Inglaterra y Suecia  y cursó Ciencias Políticas en París. Se alistó en el ejército francés como teniente participando en la Segunda Guerra Mundial siendo condecorado con la Cruz de Guerra con Estrella de Bronce. En abril de 1949 el gobierno francés lo ascendió a capitán y, en diciembre de 1954, le conceden el grado de coronel.

Grace y Rainiero contrajeron matrimonio civil el 16 de abril de 1956 en el Palacio de Mónaco y tres días después tenía lugar la boda religiosa en la Catedral de Mónaco.

La figura y el estilo de Grace dio  un impulso al Principado el cual creció económicamente gracias al turismo de lujo.

El matrimonio tuvo tres hijos la princesa Carolina, el príncipe Alberto y la princesa Estefanía.

Los años que siguieron a la boda fueron de continua felicidad «pública» para los dos, hasta la adolescencia de sus hijos que fueron para los príncipes un quebradero de cabeza.

El 13 de septiembre de 1982 muere Grace en  un accidente de coche en la misma carretera donde años atrás rodó «Atrapa a un ladrón». Llevaba a su hija Estefanía como acompañante la cual salió ilesa.  Tenía 53 años.

La muerte de Grace fue un duro golpe para Rainiero del que nunca se recuperaría dejando las finanzas regentes a su hijo Alberto y las de representatividad a su hija Carolina.

Aparentemente su amor fue un cuento de hadas en los años 50. Un amor apasionado con mucho glamour.  Sin embargo, una biografía no autorizada «La verdadera Grace. La vida de una princesa americana» (Wendy Leigh, 2008) y publicada en Gran Bretaña, echa por tierra el idílico amor que se tenían Grace y Rainiero y es que 
los cuentos de hadas no existen. Ni siquiera en el caso de Grace Kelly ya que la vida de la princesa siempre estuvo llena de sombras.

La historia de amor que  convertiría a Grace en princesa al precio de abandonar el cine, fue idea de un Onasis, que sugirió a su socio Rainiero casarse con una estrella de Hollywood para que las miradas del mundo se fijarán en las 150 hectáreas  de tierra de piratas a 15 km de Niza.

A los 3 meses de la boda, Rainiero comprobó que una vez que empieza el viaje conyugal sabe pronto que no conduce a ningún sitio y que lo que parecía un mar infinito era sólo un estanque cerrado. De manera que volvió a encontrar la dulzura de vivir en los brazos de amantes. Grace Kelly, la princesa de cuento de hadas del mundo entero, la deseada por millones de hombres, la amada  por los más apuestos no era bastante para su marido. Para pagar a Rainiero  con la misma moneda Brando,  Sinatra, Gary Cooper, David Niven e incluso el mismísimo Kennedy engrosaron, entre otros muchos, su apuesta legión de amantes.  Sinatra le duró años,  David Niven, toda la vida. No fue ningún secreto para muchos y, desde luego, no lo fue para Hitchcock, que acuñó un diagnóstico ambiguo en su película diciendo:

«Era una verdadera dama que se transformaba en prostituta en el dormitorio».

Al final, y contestando a la pregunta inicial, no hay cuento de hadas y tampoco es oro todo lo que reluce. Cada uno sueña su vida pero al final, cuanto más alto apuestas, más alto precio acabas pagando. Todos sabemos que no hay que hacer caso de la imagen pública que quieran darnos de los personajes públicos (y valga la redundancia) porque al final, todos somos personas y, detrás de esa apariencia sofisticada y lejana, con cierto punto de frialdad, nuestra querida Grace parecía esconder la voracidad sexual y la pasión de la que siempre hablaban los hombres que pasaron por su vida.  
Hasta el mismísimo actor Gary Cooper, quien la conoció bien en esa época pasando a engrosar su larga lista de amantes, hablando de ella y de la aventura que mantuvieron durante el rodaje de “Solo ante el peligro”
 comentó:

«Parece fría como un témpano, pero le bajas las bragas y se convierte en un volcán en erupción.”

Pero, aunque no haya cuento de hadas, no os voy a dejar con las descarnadas palabras de Cooper, sino que prefiero que, al pensar en Grace Kelly, recordemos  el elogio que James Stewart le profirió:

«Sabe, sólo amo a Grace Kelly. No porque ella fuera una princesa, ni porque fuera una actriz, ni porque fuera mi amiga, sino porque era la señora más agradable con la que estuve jamás. Grace traía a mi vida una luz suave, cálida, cada vez que la veía, y todas las veces que la vi fueron unas vacaciones en sí mismas. Sin duda, la echaré de menos, la echaremos de menos todos. Dios te bendiga, princesa Grace.»

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