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El amor según la ciencia…

1 marzo, 2016

Amor y ciencia para Alcanda Matchmaking Blog

Fases Fisiológicas del Amor

Todos hemos experimentado alguna vez lo que se siente al enamorarse y casi todos pensamos que es un tema puramente emocional y sentimental pero no es así.

Según un artículo publicado por la BCC en la revista “Science: Human body and mind”, la ciencia define con gran precisión qué es lo que le ocurre a nuestro organismo cuando nos sentimos enamorados. Es decir, cuáles son los cambios fisiológicos que se producen en el cuerpo humano en los distintas fases del enamoramiento.

No nos es ajeno los distintos cambios externos que experimenta nuestro cuerpo cuando nos sentimos enamorados: nuestras mejillas se enrojecen, nos sudan las manos,  nuestro corazón va a mil por hora, o sentimos mariposas en el estómago. Pero las reacciones más interesantes son aquellas que suceden en nuestro interior, que son precisamente las que provocan cambios en el exterior. A continuación definimos las respuestas químicas que se suceden en el organismo a la largo del proceso del enamoramiento, lo que deja patente que el amor, en el fondo, es un proceso bioquímico.

Según los expertos, este proceso consta de tres fases:

1ª. La lujuria

En esta fase son las hormonas sexuales las que hacen que deseemos a alguien “físicamente”.  Soñamos con tocarlo, sentirlo, besarlo. etc. El deseo y la imaginación juegan un papel fundamental en esta fase pero ¿qué son realmente las hormonas sexuales? Pues son las sustancias que fabrican y segregan las glándulas sexuales (ovario en la mujer y el testículo en el hombre). El ovario produce hormonas sexuales femeninas, es decir, estrógenos y gestágenos, mientras que el testículo produce hormonas sexuales masculinas o andrógenos. El estrógeno más importante que sintetiza el ovario es el estradiol, mientras que la progesterona es el más importante de los gestágenos. La testosterona es el andrógeno que produce el testículo.

Estas hormonas son importantes porque controlan todas las funciones sexuales como la libido, la potencia y la fertilidad pero no tienen tanto que ver con el enamoramiento sino con la lujuria (deseo sexual).

2ª. La atracción

Considerada la verdadera fase del enamoramiento. Durante esta fase perdemos el apetito, nos desvelamos, contamos las horas hasta ver a nuestro amor y creemos que no podemos seguir viviendo sin la persona amada. Aquí entran en juego un grupo de neurotransmisores llamados monoaminas: la dopamina, que también pueden ser activadas a través de la nicotina y la cocaína; la norepinefrina, comúnmente conocida como adrenalina, que es la responsable de que se acelere el corazón y sudemos; y la serotonina, la sustancia más relevante del amor, que nos hace perder la razón.

3ª. El apego

Esta fase llega como consecuencia de la segunda, si ésta ha sido realmente profunda, donde se llega a la consumación de la relación humana la cual puede ser duradera.

El paso a esta etapa garantiza una estabilidad del individuo, que no puede ―por razones obvias― permanecer en la fase anterior. En esta fase es cuando se fortalece la pareja. El sistema nervioso genera dos hormonas vitales para los vínculos sociales: la oxitocina y  la vasopresina.

La oxitocina se libera durante el acto sexual, y más concretamente durante el orgasmo, tanto en mujeres como en hombres. Se dice que es la encargada de que se estrechen los lazos íntimos de la pareja, por lo tanto, cuanto más saludables sean las relaciones sexuales entre dos personas, más profundidad se alcanzará en su vínculo humano.

La función de la vasopresina se descubrió estudiando cómo ciertos roedores, con un mismo comportamiento estable con sus iguales, disfrutan del sexo más allá de lo que era necesario para reproducirse y,  como consecuencia, se comprobó que mantenían un fuerte vínculo entre ellos pues, al eliminarse dicha hormona, se deterioró la relación devota y protectora que antes tenían, lo que prueba que esta hormona juega un papel fundamental para establecer relaciones comprometidas de larga duración.

Pero la pregunta que me viene a la cabeza es, si tan fisiológico es el sentimiento de enamoramiento, ¿se podría extrapolar que la elección de nuestro perfect match” es de alguna manera también fisiológica?

Según la misma editorial, elegimos nuestra futura pareja atendiendo a dos diferentes elementos: las feromonas (fisiológica) y la apariencia (visual).

Las feromonas humanas son inodoros químicos detectados por un órgano situado en la nariz los cuales generan un gran interés para muchos científicos que creen que podrían ser la clave para elegir el amante adecuado.

Las feromonas son ya bien conocidas en otros mamíferos, especialmente en los roedores. Estos animales poseen algo que se llama un «órgano vomeronasal (o VNO) en el interior de sus narices. Lo usan para detectar las feromonas en la orina de las ratas para identificar el sexo de sus iguales  y encontrar así a un «compañero». Las ratas tienen diferentes feromonas en la orina, dependiendo de la composición de su sistema inmune. Cuando las ratas eligen a un compañero, deben evitar las parejas con un sistema inmune demasiado similar al suyo porque sus crías pueden contraer una amplia gama de infecciones. Así como al acecho en la orina, las feromonas se encuentran también en el sudor.

En 1985, investigadores de la Universidad de Colorado encontraron evidencias de que este órgano también existe en la mayoría de los seres humanos adultos. Así que los seres humanos también podrían responder a las feromonas.

La apariencia es el otro factor relacionado con nuestra elección del “perfect match” no tanto desde un punto de vista fisiológico, sino más bien evolutivo, pues la apariencia es un indicador de la calidad de los genes de una persona. Las investigaciones sugieren que hay ciertas cosas que todos buscamos – incluso si no nos conocemos, a saber:

Una simetría perfecta pues se piensa que las características asimétricas son un signo de problemas genéticos subyacentes. Numerosos estudios en humanos han demostrado que a los hombres, en particular, les gustan más las mujeres con las caras simétricas.

Sin embargo, la preferencia de las mujeres por la simetría no es tan pronunciada sino que les importa más la capacidad del hombre para ofrecer alimentos y protección. Esto no podría estar indicada en sus genes, sino en su rango o condición social, por ejemplo.

La figura de reloj de arena  ya que los estudios han demostrado que los hombres prefieren a las mujeres con una cintura a cadera de 0,7 (medida de cintura ÷ medida de la cadera = Ratio).

Esto puede aplicarse independientemente del peso de la mujer. Un grupo de investigadores incluso comparó esta relación con la proporción media de los ganadores de Miss América en los últimos años. y resultó que este ratio era exactamente el mismo. Además, esta relación parece válida como indicador de la salud y capacidad reproductiva de la mujer.

Mi yo en el otro ¿Os habéis fijado en que muchas parejas se parecen entre sí? Los estudios científicos también han demostrado que por regla general los humanos preferimos a alguien que se parezca a nosotros mismos y de ahí estas coincidencias.

Y sí, seguramente la ciencia tiene motivos para afirmar lo anterior pero no explora los motivos basados en la psicología, la cual también ha sido estudiada, sobre todo desde el punto de vista reactivo, y por tanto es capital para una correcta elección de nuestro “perfect macth” pero éste es ya otro tema que trataré en mi próximo post así que, ya sabéis, nos leemos en septiembre. 

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