Amor e inteligencia
¿Por qué a las personas con mayor inteligencia les cuesta más encontrar pareja?
“Personas inteligentes, y a la vez felices, es la cosa mas rara que he visto.” – Ernest Hemingway, escritor y Premio Nobel de Literatura (1899-1961)
La gente inteligente, cuando está creciendo, dedica más tiempo a los logros profesionales que a relacionarse con los demás. Los niños inteligentes vienen normalmente de familias inteligentes. Y las familias inteligentes están normalmente orientadas al éxito, a conseguir excelentes calificaciones, entrar en las mejores universidades, ganar todos los premios posibles en su campo, compaginar estudios con clases de música, arte y deportes, en definitiva, a ser personas “bien formadas”… Así que, lo que habitualmente ocurre, es que el intelecto acaba haciéndose cargo del área emocional, mucho más débil y vulnerable que el del resto de los mortales.
El Dr. Alex Benzer en su libro “The Tao of Dating”, hace referencia a que las personas con un Coeficiente Intelectual alto tienen muchas probabilidades de tener una inteligencia emocional baja. Se trata de la disincronía afectiva – intelectual. Es decir, que el desarrollo no se produce a la misma velocidad en el área afectiva y en el área intelectual. La mayoría de universitarios con calificaciones de excelencia, salen un poco cojos en este aspecto, que suena mucho mejor que “torpes sociales”. El tiempo empleado en estudiar, hacer los deberes y practicar violín es un tiempo que no emplean en hacer otras cosas —como perseguir chicos o chicas, lo que resulta ser algo bastante práctico a la hora de convertirse en un humano “bien formado”.
Las personas inteligentes creen que sus logros les harán merecedores de amor. Piensan que si trabajan duro, consiguen buenos resultados (o, en caso de tipos realmente inteligentes, consiguen buenos resultados incluso sin trabajo duro) y los buenos resultados significan reconocimiento, caricias, refuerzo positivo, respecto por parte de los colegas, amor de los padres… así que, por lógica, todo debería funcionar igual en el terreno del juego romántico. Pero, desgraciadamente para ellos, el éxito romántico no tiene nada que ver con la “joyería mental” sino en cómo hacer sentir a la otra persona para ganarse el amor y el deseo.
Las personas más inteligentes buscan a personas también inteligentes con quien relacionarse, simplemente porque de otro modo se aburrirían. Y si van a pasar mucho tiempo con alguien, la inteligencia en una pareja es más bien un requisito. Suelen descartar a la mayoría de personas como potenciales parejas, es decir, excluyen automáticamente un escalofriante 95% de la población mundial. Pero, por suerte, el mundo es muy grande, así que aún les queda el 5% restante. Incluso si sólo el 1% de esas personas fueran solteras, suficientemente atractivas, suficientemente cercanas y suficientemente “cool” para las personas inteligentes, este porcentaje representa más de un millón de personas con las que pueden congeniar ahí fuera. Lamentablemente para ellos, esto significa un ratio de una persona por cada cinco mil. Y si viven en una ciudad pequeña, podría haber sólo un puñado de personas que cumplan todos sus estrictos requisitos.
La gente inteligente suele tener una mayor percepción de la realidad que la gente común. De ahí que generalmente se diga que la ignorancia es felicidad. Les acompaña siempre la sensación de ser diferentes. Se ponen el listón muy alto y demandan mucho de sí mismos. Mientras la gente inteligente se pasa la vida teniendo crisis existenciales, meditando sobre su significado, la gente que no tiene cuan alto grado de inteligencia se la pasa de juerga, viendo el futbol u otros deportes pero sobre todo, “ligando”.
El propósito de una relación es poner en práctica el Amor. Ninguna pareja será nunca 100% perfecta, así que el éxito se alcanzará aprendiendo a apreciar a la gente por lo que tienen que ofrecer, no por lo que no tienen.
Cuando se abre el corazón al Amor, se puede hallar plenitud en distintas formas —como el día que se prueba una comida nueva o se viaja a un lugar con una cultura diferente y se encuentra sorprendentemente maravillado al ampliar el horizonte de los placeres. Teniendo en cuenta eso se podría decir que, al Amor, hay que enfrentarse de forma despreocupada.
“El amor eterno es de inteligentes. Saber que no habrá puñalada trapera es la norma, la lealtad es vital. Esta es la clave neuronal del Amor eterno, la que mantiene el estado funcional activo y bloquea cualquier cosa que le sea contraria, y por tanto les pueda herir. Es una calidad de estado mental. Si se entiende, no cabe otra posibilidad que amar al otro; en cambio, querer acostarse con otra persona, no es Amor. Amor es compromiso y cerebralmente está en el cerebro truhán. Uno no se enamora de una persona por su aspecto físico, uno se enamora de su cerebro, porque con él se interactúa y se avanza, con el cuerpo no. Para las personas inteligentes, Amar es cerebralmente un baile y hay que bailar con el que pueda danzar con el cerebro. Amar es bailar, no hacer gimnasia. Encontrar eso es muy difícil; hallarlo es un tesoro.” – Dr. Rodolfo Llinás.
Así que, inteligentes, no desesperéis pues al final sólo se trata de ser un poco flexibles pero selectivos y en Alcanda Matchmaking podemos buscar personas afines a ti con las que poder “bailar” dentro de ese 1% restante.
ESCRITO POR ALCANDA MATCHMAKING PARA LEER Y COMPARTIR
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