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Romance de oficina

1 mayo, 2018

Romance de oficina para Alcanda Matchmaking Blog

“Yo te conozco”…

…es lo primero que ella pensó cuando le vio entrar por la oficina con aquel carrito. Lo pensaba todos los jueves que era el día en el que él venía a recoger los papeles al fondo de la oficina…yo te he visto antes.

Cruzaban sus miradas sin apenas desviar la vista…una leve sonrisa y ella entraba en combustión interna que la hacía absolutamente incandescente.

A ella le hacía falta algo en su vida…y sus compañeros de trabajo siempre comentaron eso. Quizá su forma de darse a los demás en el trabajo era una forma de compensar lo que le faltaba en su vida real fuera del trabajo y sus reacciones propias de una niña de 5 años no eran otra cosa que su forma de pedir cariño y llamar la atención.

Ella no era guapa, ni tampoco fea. Era resultona. Tenía el pelo rizado, la nariz marcada pero no intrusiva y los pechos pequeños pero bien puestos. Vestía de una manera indeterminada…ni clásica ni moderna…normal, y con cierto gusto hacia los tonos pastel.

A él sólo le había visto con su uniforme laboral…pantalones de trabajo, guantes, botas y jersey…no sabía nada más de él…hasta aquel día.

Era una tarde de febrero en las que el sol de Madrid luchaba por anunciar una primavera incipiente…estaban cada uno con su grupo de amigos en aquella terraza de su barrio desde la que se veía a sus pies su ciudad, como cantó el Loco.

Volvieron a cruzar sus miradas como lo hacían cada jueves…y ahí fue cuando hablaron por primera vez…

”Yo te conozco”…

…escuchó ella…y una vez más volvió a ponerse incandescente…a entrar en combustión interna y a no saber qué hacer con la cerveza casi acabada que agarraba en su mano como si fuera una muleta para no caerse al suelo.

Como era su costumbre, rechazó cualquier intento de acercamiento por su parte…”tengo tantas cosas que hacer que no puedo quedar”…sus miedos e inseguridades la bloqueaban…la empujaban a encerrarse en su mundo con su perra, sus padres y sus amigas, sin atreverse a dar ese paso…a abrirse a esa persona con quien cruzaba miradas los jueves.

Él, por su parte, insistía…veía algo en ella que no había visto antes. Una mezcla de carácter, sexualidad contenida, miedos y cosas buenas por venir…y de tanto  insistir, un día ella ya no tuvo tantas cosas que hacer…y poco a poco ella se soltó…abrió su mente…olvidó sus miedos…y aquella tarde de primavera, con la tele de fondo volvió a entrar en combustión…a ponerse incandescente…pero esta vez, por fin, fue de otra manera…se dejó llevar.

«Yo te conozco»…

…le susurró a él en su oído…

«Yo te conozco»…

…se lo volvió a decir…y cada vez se lo decía justo en ese momento preciso…ni antes ni después…sólo en ese momento.

Autor invitado: Michael Corleone (seudónimo)

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