¡Bésame!

¡Bésame!

11 octubre, 2020

Besar: dícese del acto de presionar los labios contra la superficie de algo (generalmente en algún lugar de la piel de otra persona) como una expresión social de afecto, de saludo, de respeto o de amor. Y es justamente ese beso, el beso de amor, el beso pasional el que más nos gusta porque esta manifestación de amor provoca una serie de reacciones en el cuerpo muy beneficiosas para la salud y el corazón.

Un beso apasionado provoca una verdadera revolución en el cuerpo: quema de 3 a 12 calorías; pone en movimiento 12 músculos de los labios y otros 17 de la lengua; y hace que las pulsaciones cardíacas pasen de 70 a 140 por minuto; y ¿por qué no decirlo? es el mejor medio para excitar a las mujeres.

Además, desata una serie de procesos químicos: aumenta la secreción de dopamina (que da bienestar) y de testosterona (asociada al deseo sexual); libera adrenalina y noradrenalina, que aceleran la frecuencia cardíaca y la presión arterial, y también oxitocina, que afianza la relación.

Este impulso, ya convertido en una convención social, se desarrolló gradualmente en el mundo y hoy forma parte distintiva de las costumbres de muchos pueblos, que lo fueron adoptando según sus creencias y necesidades, dándole interpretaciones diversas.

Los esquimales, por ejemplo, se besan frotándose la nariz, lo que seguramente se relaciona con el ambiente en el que viven: es una forma de darle calor a esa zona de la cara.

Los rusos besan en la boca a sus hijos; los americanos y los argentinos se saludan con un solo beso en la mejilla; los europeos lo hacen a ambos lados de la cara excepto algunos como los suizos y los belgas que se dan tres besos.

Su universalidad obliga a pensar que la costumbre pudo nacer del impulso de succión del bebé, de las tendencias canibalísticas (el famoso chupetón), o de la costumbre tribal primitiva de olfatearse y olerse, costumbre que sigue practicándose en Tailandia y la cual tuve el placer de experimentar en primera persona a lo largo de los 7 años que viví allí.

Pero lo cierto es que un buen beso te remueve por dentro, te altera el ritmo cardíaco y algunos los recuerdas durante el resto de tu vida. Como le paso a mi queridísima amiga Margaux quien conoció a un americano en la India un 14 de febrero, se dieron uno de los besos mas bellos de toda su vida (palabras de ella), y cuando se volvieron a encontrar 10 años más tarde en Tailandia,  él le dijo «I’ve come here because of a kiss «.

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